domingo, 16 de agosto de 2015

Me & Scandinavia vol. I: Estocolmo

Perdidamente enamorada como estoy de los países nórdicos, sólo puedo imaginar viajes de verano en busca de aire fresco que respirar. Y aunque iría a Islandia una y otra vez, entiendo que hay más destinos que descubrir. Sin tener que meternos a recorrer países, lo cual dispara el presupuesto, en esta ocasión hemos disfrutado de cinco días en la bonita ciudad de Estocolmo. Por unos 400€ en lastminute, compramos un paquete que incluía vuelo y hotel.


Día 1

Salida desde Alicante hacia Västerås, un minúsculo aeropuerto que, aunque está algo alejado de la capital (a 1hora y algo), los suecos lo tienen todo tan bien organizado que la compañía de autobuses que opera con ellos, está perfectamente sincronizada con los vuelos, de manera que no haya que hacer grandes esperas para ir ni volver al aeropuerto. Otra señal de lo adelantados que están es que en Suecia el wifi nunca es un problema, era posible conectarse hasta desde el autobús.

Llegamos a la estación central y, aunque la gran mayoría de los carteles informativos estaba en sueco, la gente nos atendió con mucha amabilidad y siempre dispuestos a ayudar y dar consejos. Para llegar a nuestro hotel, el Motel L, teníamos que coger metro y tranvía, pero todo funcionaba como un reloj y nunca tuvimos problema. Compramos tarjetas de transporte para 72 horas, pues dependíamos del metro y en el tranvía casi siempre comprueban que el viajero dispone de billete. Para quien se hospede en el centro, el metro es más prescindible, y si se desea, se puede mover fácilmente en bicicleta. El hotel era barato en relación a los precios que se manejan allí porque estaba alejado del centro, pero como digo, bien comunicado. Tenía un lobby muy amplio, con diferentes espacios, y como los suecos consideran el café un derecho, en el hotel disponíamos de café e infusiones gratis todas las tardes. 

motel L

Una vez dejamos el equipaje, ya era tarde-noche y decidimos dar un paseo por la zona adentrándonos en la isla de Söder. La primera impresión es la de una ciudad bike friendly, muy tranquila, pulcra y ordenada. ¡Una capital en la que apetece vivir!




Día 2

Cogimos el tranvía sin prisas (a Estocolmo no va uno a estresarse) y nos dirigimos a Gamla Stan, el corazón de Estocolmo, para ver el cambio de guardia en el Palacio Real. Como había bastante gente, yo no podía ver nada, y nos fuimos antes de que terminara. Buscando un lugar donde desayunar, nos metimos en el primer establecimiento cuqui que vimos... Errooooor!! 30 euros por dos sandwiches y dos zumos de naranja!! Con el susto metido en el cuerpo, seguimos viendo el centro histórico, donde está la catedral de San Nicolás, el Parlamento, encantadores puentes y edificios medievales... intentando ver los sitios gratis, como el museo de la moneda.  Gamla Stan se callejea pronto, y nos adentramos en la parte moderna de la ciudad en busca de un banco donde cambiar dinero. El resto del día seguimos callejeando por la ciudad y confirmando esa sensación de bienestar y tranquilidad que transmite. Hay que destacar la belleza de sus edificios altos y estilizados, a mí me encantó la aguja de la iglesia de Riddarholmen, donde están enterrados muchos reyes de Suecia.

Catedral de San Nicolás y obelisco de la Plaza Real


Parlamento de Suecia



Iglesia Riddarholmen


callejeando por el barrio de Gamla Stan





Estocolmo mira al mar



Al atardecer subimos al mirador de Katarina, donde hay un reputado restaurante, aunque también es posible sentarse simplemente a disfrutar del skyline de la ciudad. Nosotros tuvimos que conformarnos cenando un filet o fish en mcdonalds, que tenía exactamente el mismo precio que España, aunque había que pagar 5kr por usar el baño (a pesar de ser cliente).



Dia 3


Otro de los must see de la ciudad es el parque de Skansen, lo llaman museo al aire libre, aunque a mí me pareció más un parque-zoo. Se llega con el tranvía número 7 y la entrada, junto con un mapa para orientarte, cuesta unos 18€. Nosotros empezamos trazando el camino del zoo y comimos en una zona de picnic del parque compartiendo el snack con los patos. Terminamos el recorrido viendo la parte dedicada al pasado: una iglesia y viejas casitas que han sido llevadas al parque para reproducir trabajos artesanos y modos de vida de antes. 
Campanario de Hallestad.



La casa del soldado


Vastveit, una granja noruega, cuando Suecia y Noruega estaban unidas


Iglesia de Seglora


Después de Skansen nos dirigimos al museo Vasa, donde está el impresionante barco que se hundió antes de zarpar porque se les fue la mano poniendo cañones. El museo está muy bien porque el barco se puede rodear y ver desde varias alturas. Además, hay objetos y explicaciones de cómo habría sido la vida en el barco.



Museo Vasa



Junto a Skansen y el Vasa hay otros museos, como el Nordiska, el museo de Abba o el parque de atracciones de Gröna Lund. ¡Lo que no hay es coronas para verlo todo!



Por la noche cenamos unos tallarines thailandeses por la calle, que era la norma del viaje. Fuimos a Gamla Stan para verlo desde la perspectiva nocturna, aunque al parecer llegamos un poco tarde para la norma sueca, y ya había poca vidilla. La vida nocturna, de todas formas, está en Soder, y el miércoles esto se notaba mucho. En el metro viajaban algunos jóvenes algo pasados, pero seguía siendo un metro pacífico. 


Stortorget
Vistas del Af Chapman, un hotel sobre el agua

Me llamó la atención la iluminación tan  tenue, y me pregunto cómo llevarán la depresión en invierno cuando es de noche desde las 4 de la tarde. 


Día 4

En cualquier guía, ver Estocolmo desde el agua es una actividad recomendada, y hay varias opciones que permiten al turista hacer esto. La opción más económica es que por unos 18€ puedes montarte y bajarte de los barcos tantas veces como quieras, en cualquiera de las paradas que hace, entre las islas de Gamla Stan, Djurgården y Skepps Holmen.

Nordiska Museet, en la isla de Djurgården

Estocolmo desde el agua

Gröna Lund


Realmente se ve bonito y merece la pena, aunque si se sale del presupuesto, siempre se puede recurrir a las vistas desde los puentes. Nosotros pasamos el día paseando por las diferentes islas en las que para, y acabamos retornando a Soder bastante temprano porque no quería que me cerrasen la tienda de Daisy Drapper, una tienda de ropa y cosas vintage del SoFo. La sigo por Instagram y siempre pone cosas que me chiflan. Desde zapatos de la marca Betty Page a los vestidos que lleva Idda Van Munster. ¡Todo absolutamente ideal! Bueno, todo, menos el precio :(. Como Matilda, la dueña, estaba de luna de miel (en España), su madre estaba al frente de la tienda. Me contó que Matilda había encontrado un perrito abandonado en España y estaban intentado salvarlo. Como siempre, España quedando a la altura que se merece, sobre todo en cuanto al (mal)trato animal.


Día 5



Último (medio) día. Hicimos el desayuno correspondiente en Starbucks, que en Estocolmo se hace barato, y me despedí de los fantásticos zumos de naranja, zanahoria y jengibre del supermercado. Algo de shopping y última parada en el ayuntamiento de la ciudad. El sol brillaba, los suecos paseaban en sus embarcaciones e incluso se bañaban en el mar. Hacía un día realmente maravilloso y no quería ni pensar en los horribles 40 grados que nos esperaban en España. ¡Qué pronto se habían pasado estas vacaciones!


Ayuntamiento de Estocolmo



El viaje se acabó, y me quedó el sabor de pensar en Estocolmo como un sitio maravilloso para vivir, con su gente educada, sus bicicletas, sus niveles de ruido mínimos,  la tele en inglés, las flores sobre las mesas en los bares... Habría que ver cómo es la vida y el frío en invierno, pero este viaje me confirma que tengo algún tipo de conexión espiritual con el mundo nórdico y es que me identifico muchísimo más con ese modo de vida que con lo español. La despedida no se hace del todo amarga porque en diciembre, si todo va bien, disfrutaremos de unas navidades boreales en Tromsø. Mientras tanto... siempre nos quedará Ikea!