martes, 22 de septiembre de 2015

Teazzurra

En el top 10 de mis cosas favoritísimas se encuentran Italia y el té verde, y si seguimos investigando un poquito más abajo, también aparecería Guerlain. ¿Qué pasa si unimos estos tres conceptos? Que nace Teazzurra, una reciente incorporación a la familia de las Acqua Allegoria.


Como el resto de las Alegorías, este eau de toilette viene presentado en el frasco de las abejas, y como su nombre indica, el líquido es de un color azul fresco y relajante.









Según la descripción de la firma, el perfume invita a "sentarse a disfrutar de un té verde junto a un lago de reflejos azules". Nada más evocador y depurativo para el alma. La salida cítrica despierta el ánimo y las notas de jazmín y vainilla endulzan la fragancia para buscar un equilibrio zen, recreando en cada inspiración  el aire fresco de una mañana de primavera al aire libre bajo el cielo azul. La nota predominante es la de té verde, y lo cierto es que la duración es muy buena. El té verde no desaparece en horas. Combinado con la ya desaparecida línea de té verde de Rituals, la casa se impregna del fresco aroma. Teazzurra, como otros "tés verdes" como el de Bvlgari, también es unisex. 






No he ido al lago Como en Italia, pero ¿quién no se pararía a tomar un té aquí?


Teazzurra recuerda al desaparecido perfume Tokio de Guerlain. No conozco este último, pero tratándose de una nota tan evidente de té verde, me pareció el perfume ideal para perfumar el marcapáginas de mi actual lectura, Tokio Blues.








domingo, 16 de agosto de 2015

Me & Scandinavia vol. I: Estocolmo

Perdidamente enamorada como estoy de los países nórdicos, sólo puedo imaginar viajes de verano en busca de aire fresco que respirar. Y aunque iría a Islandia una y otra vez, entiendo que hay más destinos que descubrir. Sin tener que meternos a recorrer países, lo cual dispara el presupuesto, en esta ocasión hemos disfrutado de cinco días en la bonita ciudad de Estocolmo. Por unos 400€ en lastminute, compramos un paquete que incluía vuelo y hotel.


Día 1

Salida desde Alicante hacia Västerås, un minúsculo aeropuerto que, aunque está algo alejado de la capital (a 1hora y algo), los suecos lo tienen todo tan bien organizado que la compañía de autobuses que opera con ellos, está perfectamente sincronizada con los vuelos, de manera que no haya que hacer grandes esperas para ir ni volver al aeropuerto. Otra señal de lo adelantados que están es que en Suecia el wifi nunca es un problema, era posible conectarse hasta desde el autobús.

Llegamos a la estación central y, aunque la gran mayoría de los carteles informativos estaba en sueco, la gente nos atendió con mucha amabilidad y siempre dispuestos a ayudar y dar consejos. Para llegar a nuestro hotel, el Motel L, teníamos que coger metro y tranvía, pero todo funcionaba como un reloj y nunca tuvimos problema. Compramos tarjetas de transporte para 72 horas, pues dependíamos del metro y en el tranvía casi siempre comprueban que el viajero dispone de billete. Para quien se hospede en el centro, el metro es más prescindible, y si se desea, se puede mover fácilmente en bicicleta. El hotel era barato en relación a los precios que se manejan allí porque estaba alejado del centro, pero como digo, bien comunicado. Tenía un lobby muy amplio, con diferentes espacios, y como los suecos consideran el café un derecho, en el hotel disponíamos de café e infusiones gratis todas las tardes. 

motel L

Una vez dejamos el equipaje, ya era tarde-noche y decidimos dar un paseo por la zona adentrándonos en la isla de Söder. La primera impresión es la de una ciudad bike friendly, muy tranquila, pulcra y ordenada. ¡Una capital en la que apetece vivir!




Día 2

Cogimos el tranvía sin prisas (a Estocolmo no va uno a estresarse) y nos dirigimos a Gamla Stan, el corazón de Estocolmo, para ver el cambio de guardia en el Palacio Real. Como había bastante gente, yo no podía ver nada, y nos fuimos antes de que terminara. Buscando un lugar donde desayunar, nos metimos en el primer establecimiento cuqui que vimos... Errooooor!! 30 euros por dos sandwiches y dos zumos de naranja!! Con el susto metido en el cuerpo, seguimos viendo el centro histórico, donde está la catedral de San Nicolás, el Parlamento, encantadores puentes y edificios medievales... intentando ver los sitios gratis, como el museo de la moneda.  Gamla Stan se callejea pronto, y nos adentramos en la parte moderna de la ciudad en busca de un banco donde cambiar dinero. El resto del día seguimos callejeando por la ciudad y confirmando esa sensación de bienestar y tranquilidad que transmite. Hay que destacar la belleza de sus edificios altos y estilizados, a mí me encantó la aguja de la iglesia de Riddarholmen, donde están enterrados muchos reyes de Suecia.

Catedral de San Nicolás y obelisco de la Plaza Real


Parlamento de Suecia



Iglesia Riddarholmen


callejeando por el barrio de Gamla Stan





Estocolmo mira al mar



Al atardecer subimos al mirador de Katarina, donde hay un reputado restaurante, aunque también es posible sentarse simplemente a disfrutar del skyline de la ciudad. Nosotros tuvimos que conformarnos cenando un filet o fish en mcdonalds, que tenía exactamente el mismo precio que España, aunque había que pagar 5kr por usar el baño (a pesar de ser cliente).



Dia 3


Otro de los must see de la ciudad es el parque de Skansen, lo llaman museo al aire libre, aunque a mí me pareció más un parque-zoo. Se llega con el tranvía número 7 y la entrada, junto con un mapa para orientarte, cuesta unos 18€. Nosotros empezamos trazando el camino del zoo y comimos en una zona de picnic del parque compartiendo el snack con los patos. Terminamos el recorrido viendo la parte dedicada al pasado: una iglesia y viejas casitas que han sido llevadas al parque para reproducir trabajos artesanos y modos de vida de antes. 
Campanario de Hallestad.



La casa del soldado


Vastveit, una granja noruega, cuando Suecia y Noruega estaban unidas


Iglesia de Seglora


Después de Skansen nos dirigimos al museo Vasa, donde está el impresionante barco que se hundió antes de zarpar porque se les fue la mano poniendo cañones. El museo está muy bien porque el barco se puede rodear y ver desde varias alturas. Además, hay objetos y explicaciones de cómo habría sido la vida en el barco.



Museo Vasa



Junto a Skansen y el Vasa hay otros museos, como el Nordiska, el museo de Abba o el parque de atracciones de Gröna Lund. ¡Lo que no hay es coronas para verlo todo!



Por la noche cenamos unos tallarines thailandeses por la calle, que era la norma del viaje. Fuimos a Gamla Stan para verlo desde la perspectiva nocturna, aunque al parecer llegamos un poco tarde para la norma sueca, y ya había poca vidilla. La vida nocturna, de todas formas, está en Soder, y el miércoles esto se notaba mucho. En el metro viajaban algunos jóvenes algo pasados, pero seguía siendo un metro pacífico. 


Stortorget
Vistas del Af Chapman, un hotel sobre el agua

Me llamó la atención la iluminación tan  tenue, y me pregunto cómo llevarán la depresión en invierno cuando es de noche desde las 4 de la tarde. 


Día 4

En cualquier guía, ver Estocolmo desde el agua es una actividad recomendada, y hay varias opciones que permiten al turista hacer esto. La opción más económica es que por unos 18€ puedes montarte y bajarte de los barcos tantas veces como quieras, en cualquiera de las paradas que hace, entre las islas de Gamla Stan, Djurgården y Skepps Holmen.

Nordiska Museet, en la isla de Djurgården

Estocolmo desde el agua

Gröna Lund


Realmente se ve bonito y merece la pena, aunque si se sale del presupuesto, siempre se puede recurrir a las vistas desde los puentes. Nosotros pasamos el día paseando por las diferentes islas en las que para, y acabamos retornando a Soder bastante temprano porque no quería que me cerrasen la tienda de Daisy Drapper, una tienda de ropa y cosas vintage del SoFo. La sigo por Instagram y siempre pone cosas que me chiflan. Desde zapatos de la marca Betty Page a los vestidos que lleva Idda Van Munster. ¡Todo absolutamente ideal! Bueno, todo, menos el precio :(. Como Matilda, la dueña, estaba de luna de miel (en España), su madre estaba al frente de la tienda. Me contó que Matilda había encontrado un perrito abandonado en España y estaban intentado salvarlo. Como siempre, España quedando a la altura que se merece, sobre todo en cuanto al (mal)trato animal.


Día 5



Último (medio) día. Hicimos el desayuno correspondiente en Starbucks, que en Estocolmo se hace barato, y me despedí de los fantásticos zumos de naranja, zanahoria y jengibre del supermercado. Algo de shopping y última parada en el ayuntamiento de la ciudad. El sol brillaba, los suecos paseaban en sus embarcaciones e incluso se bañaban en el mar. Hacía un día realmente maravilloso y no quería ni pensar en los horribles 40 grados que nos esperaban en España. ¡Qué pronto se habían pasado estas vacaciones!


Ayuntamiento de Estocolmo



El viaje se acabó, y me quedó el sabor de pensar en Estocolmo como un sitio maravilloso para vivir, con su gente educada, sus bicicletas, sus niveles de ruido mínimos,  la tele en inglés, las flores sobre las mesas en los bares... Habría que ver cómo es la vida y el frío en invierno, pero este viaje me confirma que tengo algún tipo de conexión espiritual con el mundo nórdico y es que me identifico muchísimo más con ese modo de vida que con lo español. La despedida no se hace del todo amarga porque en diciembre, si todo va bien, disfrutaremos de unas navidades boreales en Tromsø. Mientras tanto... siempre nos quedará Ikea!


miércoles, 22 de julio de 2015

Neceser ligero y a viajar

Aunque aún no he conseguido viajar sin facturar maleta, ya no hago como hace unos años, que me llevaba todos los botes del cuarto de baño conmigo.

Con el tiempo, he ido buscando productos que sean mis aliados en los viajes, y que me ayuden a ahorrar espacio en la maleta y tiempo en su aplicación, sin renunciar a la calidad ni a mis necesidades "beauty". Seamos sinceros, para los adictos a las cremas, que nos falte algo en nuestra rutina es como el que tiene mono del tabaco.

En general, es bastante útil la suscripción a cajitas de muestras antes de irse de viaje, pero que acierten con lo que necesitamos es dejarlo demasiado al azar, y hay que asegurarse ciertos productos.

Aquí dejo mi selección de potis que hacen mis viajes algo más cómodo:


CARA


- Para la limpieza de la cara hay dos opciones.


Una son los sets de Clarins que contienen, por unos 7 euros, tres minitallas. Los hay de varias líneas, y están formados por diferentes tratamientos. Algunos llevan cuidados y maquillaje, otros llevan productos para el cuerpo... Yo probé con el kit hidratación compuesto por la combinación leche desmaquillante + tónico + crema hidratante (para pieles secas, que no es mi caso), pero lo cierto es que la leche desmaquillante cumple poco su función.

Así pues, para limpiar el rostro, y aunque sea un formato más grande, me quedo con el limpiador 3 en 1 de Mary Kay, ya que limpia, exfolia y tonifica en un sólo paso. Sin complicaciones.

Para desmaquillar los ojos, tengo un pequeño desmaquillante de YSL que lo regalaban con una máscara que compré. Cuando ves estas cosas, hay que ser previsor y no dejarlas escapar. Es un pequeño desmaquillante bifásico. ¡Perfecto!







- La hidratación es una cosa compleja, que depende mucho de las pieles y del destino, así que esa es una cuestión muy personal. Yo suelo llevarme muestras de la crema hidratante de Mary Kay, ya que es una crema que me va muy bien y funciona en diferentes tipos de clima.

El contorno de ojos no suele ser un problema ya que siempre va en envases pequeños.



- Ahora es el turno del maquillaje, pues es importante estar mínimamente monas para los recuerdos en forma de foto que nos llevemos.

Por supuesto, las BB cream son todo un invento que unifica la piel y proporciona protección solar. Pero hay algo que supera en comodidad a las BB, y son las CC cream cushion. Se aplica muy rápido, y no hay necesidad de llevar una brocha para aplicarlo porque contienen una esponjita, y además tienen protección SPF. Es un invento asiático, of course, pero hasta Kiko tiene la suya. Unos polvos compactos como los "Hot Mama" de The balm (siempre en el bolso) y un iluminador en boli completan este paso.





Para los ojos, tonos neutrales, máscara y lápiz. Aunque prefiero el delineador líquido, el lápiz me ahorra tener que llevar un pincel para aplicarlo (y tener que lavarlo). Los retráctiles, además, suelen tener sacapuntas incorporado.

Como complemento de color, no falla el múltiple Portofino de Nars, ya que sirve como colorete y también para ojos y labios. Además, al no ser en polvo, no corre el riesgo de caerse del baño y morir. El último toque, un pintalabios neutral que dé efecto buena cara y otro más potente para looks más atrevidos.





CUERPO Y PELO

- Como suelo ir a hoteles Lowcost, no me gusta usar los geles-champús esos que van en sobre y también me llevo mis cosas.Como  gel, los "Dulce Gourmand" de Deliplús son ideales. A mí me ha solucionado el tema la Birchbox de julio, que incluye un gel estupendo. También me ha solucionado la cuestión de la hidratación, ya que tengo alguna que otra manteca corporal de diferentes cajas.


- La cuestión del champú y acondicionador es casi tan controvertida como la de las cremas, así que lo que hago es que, cuando preveo que voy a viajar, dejo algún culo sin gastar para llevármelo con poco peso, o relleno una botecito vacío de Primark.  Aunque, lo mejor como siempre, es tener muestras.





PERFUME


Para alguien como yo, que me encanta descubrir perfumes y a menudo me aburro de frascos enteros, un invento genial son las cajas que suelen vender en los aeropuertos con minitallas de algunas firmas. El problema es que, en esos packs, siempre hay alguna que detesto. Sin embargo, hay apuestas seguras, como los perfumes de Hermes. Por eso,  compré una caja con minitallas y las reservo para mis viajes. Además, así consigo asociar olores a los lugares que visito, y es mágico cómo esos recuerdos quedan para siempre. De momento, para el próximo viaje a Estocolmo, la elegida tiene un nombre que ni pintado: "Voyage".





Y con esto, ya tenemos casi completo el neceser sin que falte de nada. Por supuesto, los productos también dependen del destino elegido, pero esto es mi propuesta estándar. Y ya, con todo listo, ¡podemos seguir borrando países del mapa!








miércoles, 17 de junio de 2015

Vacanze romane

Hacía 16 años que le debía a Roma volver, para admirarla y disfrutarla como se merece.

Visitar Roma es estar cerca de muchas de las obras de arte más importantes de la historia, con la característica de que están en su emplazamiento original, están donde desde un principio el artista las concibió.

Viajar en el puente de la Región fue una buena idea porque los vuelos  están más económicos que en otras épocas, y por menos de 300 euros he disfrutado de un fin de semana maravilloso. Además, y en teoría, no debería hacer calor de verano, pero en Roma lo hacía. No pasa nada, a Roma se lo perdono.

Me preparé el viaje leyendo Un otoño romano, de Javier Reverte y haciendo una revisión de La grande bellezza, la película reciente que más me ha gustado en mucho tiempo.


Sabato

Io e il mio amore  partimos el sábado desde el aeropuerto de Valencia, con tres horas de retraso. Volábamos con Alitalia y después de dos horas de retraso tuvieron el "detalle" de darnos un bono por valor de 7 euros para comer. Encima tenía que ser en un restaurante determinado, ni siquiera podía ser en Starbucks. Perder tres horas de Roma es perder mucho, fue perder un atardecer en Roma, una Peroni con vistas.

Cuando llegamos a Roma no había nadie para abrirnos en el B&B, porque claro, no contaban con nuestro retraso. Perdimos otros 20 minutos en que la dueña viniese a abrirnos... ¡y menos mal que pudimos contactar con ella! Dejamos las maletas en la habitación y salimos ansiosos a recuperar el tiempo perdido. Salimos andando desde el hotel, por Termini, hacia el centro. La primera parada fue la Fontana di Trevi, que estaba vallada, andamiada y vacía. ¡Y eso que sacan 3.000 euros al día! Seguimos paseando hasta llegar al templo de Adriano, del que se conservan 11 majestuosas columnas. Pero lo que me hizo empezar a sentir el síndrome de Stendhal fue el grandioso Panteón. Era de noche, estaba cerrado y tuve que esperar para ver su cúpula, pero su exterior es más que suficiente para hacerte respirar profundo, guardar silencio  y sumergirte en su grandeza. Después de eso, seguimos viendo cosas del centro por la noche, entre callecitas con restaurantes con manteles de cuadros. Pero nosotros, por si el día había sido poco, compramos un trozo de pizza per portare via y nos lo comimos en una esquina cualquiera mientras observábamos los giros imposibles que hacían los taxistas y demás imprudencias de los conductores. Seguimos paseando por Piazza Navona y Piazza dei Fiori hasta llegar  a Piazza Venezia, y de ahí a la columna Trajana, el foro de Trajano y finalmente anfiteatro Flavio y arco de Constantino. El Stendhal por todo lo alto, y es que, como dijo mi chico a los pies del Coliseo, "2000 años de historia nos contemplan". Para ser la primera noche, no estaba mal el pateo, y de ahí volvimos hacia el hotel a descansar.


Domenica

El día ya se prometía caluroso, pues no nos estresamos para madrugar y cuando viajamos, rara vez conseguimos salir de la habitación antes de las 11. Encima, en Italia el sol viene a funcionar como si fuese una hora más que en España. Cogimos el metro y al salir de la estación, las vistas eran estas:





Resultó que ese día era gratis entrar al Coliseo, por lo que las colas, bajo un sol de justicia, eran interminables. Así pues, prescindimos del anfiteatro y sí que entramos al Palatino. El mediodía no era el mejor momento para disfrutarlo, ya que ni la temperatura ni la luz son las mejores, pero como los monumentos cierran bastante temprano, hay que aprovechar cada minuto.










Después del Palatino, ya sí, era el momento mágico para entrar al Panteón. La cúpula del Panteón, como pocas otras obras, merece el adjetivo de "maestra", pues sirvió de inspiración a otros arquitectos posteriores. Será el halo de luz que entra por su óculo cenital, pero causa una sensación especial, muy especial. Parece un beso de los dioses que fuese acariciando el interior del templo. Lejos de cualquier mundanidad, es una luz que, a pesar de los turistas, provoca un silencio interno y una conexión trascendental con la belleza. 








Este momento merecería ser eterno, o al menos, dedicarle el suficiente tiempo, pero había que seguir el recorrido marcado. Volvimos a pasar por la Piazza dei Fiori, donde estaba el mercado. La siguiente parada fue la galería Spada, para ver la particular perspectiva de Borromini. Claro, al ser una perspectiva y estar acordonada, es difícil vivir esa obra. 






Tras saludar a un simpático gato que dormía la siesta allí, cruzamos el río y callejeamos por el Trastevere hasta encontrar un sitio en el que comer donde no nos clavaran. Elegimos uno de tantos, y nos estrenamos con los fiori di zucca, ¡deliciosos!. 





Al salir del restaurante, el sol abrasador se había convertido en una lluvia primaveral que nos mantuvo parados un rato. Volvimos a acercarnos por piazza Venezia para subirnos al asencesor del Vittorio Emmanuele, pero 7 euros nos pareció algo caro. Nos quedamos un rato sentados junto a la columna Trajana, porque el dolor de pies era bastante acusado y volvimos a recorrer parte de los foros. Volvimos un rato al hotel para hacer un merecido descanso y poder disfrutar de la noche.



Algunos romanos viven en lugares privilegiados




El cielo sobre Roma


Nos dirigimos a la Piazza Spagna y nos echamos una Peroni sentados en las escaleras mientras se hacía de noche. Cuando quisimos coger el metro de vuelta, resultó que (inesperadamente) ya estaba cerrado, y tuvimos que darnos otro buen pateo para encontrar una parada de autobús que nos llevara a Termini. 



#abuelospoperos



Lunedì


La siguiente jornada era para visitar los museos Vaticanos. Menos mal que habíamos reservado por Internet, porque no tuvimos que hacer nada de cola para entrar. El problema estuvo dentro, ya que nuestra llegada coincidió con la de un crucero (¿cuánta gente cabe en un costa cruceros? mucha más que en un museo) y tuvimos que recorrer el museo esquivando gente. Casi se me escapa el Laocoonte, al que tuve que ver de lado, pero es que entre el calor y toda la gente que había, no se podía ni respirar. Yo habría dicho que esas temperaturas derritirían cualquier obra de arte y pensaba que en los museos había aire acondicionado. Qué ilusa. Un momentazo por el que las adversidades valieron la pena fue contemplar La Escuela de Atenas y, por supuesto, la Capilla Sixtina. 






¿Cuándo han dicho que prohíben la banderita de los (piiiii) en los museos?







Visto esto, queríamos huir de la zona conquistada por los del crucero y volvimos al centro de Roma para ver el Moisés en San Pietro in Vincoli, la Domus Aurea y de ahí,  a la Plaza de España para buscar el cafe atelier Canova Tadolini, donde por 4,80 puedes tomarte un café cappuccino rodeado de esculturas.  Seguimos hasta la Piazza del Popolo y otra vez al Vaticano para ver la Plaza de San Pedro






Se empezaba a formar tormenta de nuevo y fue una pasada ver la cúpula de San Pedro bajo un cielo gris con rayos y relámpagos.





 Finalmente pudimos entrar en la Basílica (por ahí decían que había que pagar, pero no), que es cualquier cosa menos humilde. Parada obligada, la Piedad, y ganas de llorar al ver gente haciéndose selfies delante de tan magna obra. Sin nisiquiera mirarla," selfi pal feisbuk y a seguir palante". Eso sí es grave, y no que vayamos en tirantes con 32 grados. 




Tras abandonar el estado Vaticano, un paseo hasta el castello de Sant'Angelo, y el maravilloso puente que tiene enfrente y que me gustó tanto como la primeza vez que lo vi. 





Ya estábamos apurando los ticks en Roma. Nos dirigimos al Ara Pacis pero por poquito ya estaba cerrado. Bordeamos el mausoleo de Augusto y emprendimos regreso al hotel. Nos habíamos ganado una cena en condiciones y por supuesto, ¡nuestro primer y último gelato!



Y a pesar de haber aprovechado el tiempo al máximo, se me quedó alguna espinita clavada por ver: el Éxtasis de Santa Teresa, las Catacumbas,... pero siempre hay que dejarse algo, y a Roma tengo la certeza de volver.



Dos días intensos, de calor y dolor de pies, pero de una belleza inconmensurable. Roma me hizo revivir, como ningún otro lugar, mis 18 años cuando estudiaba historia del arte, y es que no hay lugar que concentre más historia y más arte por kilómetro cuadrado. Con todas sus leyendas, su historia, sus ruinas, sus cúpulas, la belleza de sus esculturas, el caos de sus calles,... lo místico y lo profano son dos caras de una moneda que es Roma, la ciudad a la que todos los caminos han de llevar. Porque quien no ha visto Roma, no ha visto nada.




La banda sonora de este viaje, una hermosa canción que apareció en Spotify un día antes de irnos. Tan bonita que sólo merece ser escuchada allí.



lunes, 13 de abril de 2015

Cabo de Gata en primavera


Jueves Santo
La primera Luna de la primavera indica que llega la Semana Santa, y en mi devoción por huir de mogollones y sobre todo, actos religiosos, un resquicio de mundo apropiado para mí es Cabo de Gata. Así pues, estas vacaciones he pasado tres noches en San José para alinear mis chakras y afrontar con energía el último sprint del curso.

De camino al parque, lo primero que me cautivó fue la cantidad de flores que había. Nunca había estado en primavera y me sorprendió gratamente ver aquellos paisajes volcánicos tan llenos de vida.

Nos dirigimos a nuestro hostal, Puerto Genovés, muy limpio y con desayuno incluido.

Tras dejar las cosas, tapeo tardío, siesta, y lectura en la playa hasta la puesta del sol.



Viernes Santo
Tras un sueño reponedor, el primer día lo dedicamos a explorar el vecino desierto de Tabernas, un anticipo de cómo será el sureste español en cuestión de años. 



Dramatismos aparte, este desierto es conocido por ser el escenario de muchos Western americanos e italianos y otros clásicos como Lawrence de Arabia o Indiana Jones y la última cruzada. Nuestra experiencia en el desierto fue bastante auténtica pues la hicimos durante la mañana y medio día. Hay bastantes rutas de senderismo y kilómetros de desierto para aburrirse.




El paisaje es testigo de unas condiciones climáticas extremas, siendo el verano una estación especialmente seca y calurosa, mientras que se adivinan avenidas de agua en la multitud de ramblas que conforman los senderos. Por ser primavera, el desierto mostraba su flora, entre la que tiene algunas especies únicas aunque yo no tengo ni idea. 

Terminamos nuestra ruta a medio día, y ya de vuelta aprovechamos para saludar a mi querido faro y playa de las Salinas, sin duda mi playa favorita.



Descansamos por la tarde en el hotel, y teniendo en cuenta que nos habíamos conformado con comer pistachos, decidimos darnos un homenaje en forma de mariscada rica, disfrutando de vistas al mar y con total ausencia de tambores y demás sonidos deprimentes típicos de la fecha.


Sábado
A pensar de los kilómetros hechos el día anterior, no notaba demasiado cansancio y en esta ocasión tocó hacer ruta de senderismo por el parque natural de Cabo de Gata. 

El paraje, las antiguas minas de Rodalquilar en el Cerro del Cinto. El día amaneció nublado y fresco, así que cuando tuvimos que decidir entre hacer la ruta corta (4km) o la larga (11km), nos aventuramos por la segunda. Las nubes se disiparon en el momento más duro de la ruta, donde había una subida que me hizo replantearme si daba marcha atrás. 



Continuamos el camino, y ya desde lo alto se divisaban los huertos sorprendentemente fértiles gracias a su composición volcánica, y a lo lejos, Sierra Nevada. Acompañados por flores y el zumbido de las abejas, llegamos al tramo final del camino, donde se podían ver restos de antiguas minas y multitud de galerías subterráneas. 



flora de la zona




Runtastic nos confirmo que habíamos completado la ruta y volvimos a San José a tomarnos una pizza bien merecida.


La siesta se nos fue de las manos y no llegué a poder fotografiar la puesta de sol. Además, hacía frío y no era demasiado agradable permanecer en la calle así que improvisamos cenita en el hotel y a descansar.


Atardecer en San José