jueves, 26 de diciembre de 2013

Proteínas, también para vegetarianos

¡Hola! Hoy escribo para hablar de un producto que a los vegetarianos nos viene a las mil maravillas.

Efectivamente, no es fácil llevar una alimentación adecuada siendo vegetariano. Yo no como carne desde los 14 años, y aunque intento comer el menor pescado posible, está en mi dieta porque, como digo, es difícil ir de cena, de viaje o de recogida de una noche loca y pretender que el mundo se adapte a mis necesidades. Así pues, soy pescetariana.

Es cierto que con frecuencia me siento cansada, y cuando hago deporte pienso que rindo poco. No sé si achacar esto a la falta de nutrientes o a que nunca se me ha dado bien ni he disfrutado haciendo ejercicio, pero ahí está el dato. En cualquier caso, me di cuenta de que a pesar de hacer deporte, mi masa muscular es muy escasa y pensé que podía tener algo que ver con la escasa ingesta de proteínas que hago. Para una alimentación adecuada, se supone que debemos ingerir un gramo de proteína por cada kilo de nuestro propio peso, y yo, a lo sumo, llevaré más de 10 años consumiendo una media de 20gr/día.

Entonces, leyendo, descubrí un producto de BiManán. Se llama Pura Proteína, y aunque está enfocado a la pérdida de peso y mantenimiento de dietas, en realidad es un suplemento proteico que pensé que me podía venir bien. Este producto se presenta en forma de polvos que se diluyen en líquidos como zumo o leche con bastante facilidad, o también se pueden echar en purés y alimentos semilíquidos. Son proteínas derivadas de la leche, y aunque deja grumitos en la comida y así, cambia la textura, no sabe a nada y se toma con mucha facilidad. Además de proteínas va enriquecido con minerales y vitaminas. El envase contiene 400gr y lleva un cacillo dentro con el que medir las dosis. La cantidad aconsejada es de 4 cacillos al día para seguir una dieta de adelgazamiento hiperproteica o 2 cacillos para mantenimiento. Además, en el envase aparece un ejemplo de dieta hiperproteica para quien esté interesado en llevar una.




Es un producto que me ha gustado bastante, excepto por el precio. En internet se puede encontrar a más o menos 19€, y yo, confiada, lo pedí a la farmacia que hay junto a mi casa pero me costó 30€. Claro, para usarlo a modo de dieta aislada está bien, pero si lo que quiero es usarlo a diario como suplemento, lo encuentro bastante caro. Así pues, lo he buscado en stands de BiManán en parafarmacias de Marvimundo, El Corte Inglés, etc. pero no lo he visto, de modo que pensé en un plan B: iHerb.


En iHerb no se comercializa BiManán pero por supuesto hay productos similares a este del que hablo. Encontré varias marcas con productos parecidos y finalmente compré un bote de GeniSoy. En este caso, son proteínas vegetales, ya que están derivadas de la soja y por lo tanto, apto para veganos. Además, el paquete advierte de que no es soja modificada. El envase contiene 454gr y es bastante más económico, pues no llega a los 12€. También lleva un cacillo para medir la dosis. En cada cacillo caben 10gr de producto, y la dosis diaria recomendada es de 3 cacillos. Añadiendo esto a un vasito de leche, estás consumiendo no sólo 25gr de proteínas, sino también en 40% de la cantidad diaria recomendada de hierro, otro mineral que a las mujeres y a los vegetarianos nos puede dar problemas, y el 100% de vitamina E. A la hora de disolverlo, no se deshace tan bien como el de BiManán y deja más grumos, pero no tiene sabor y a mí personalmente esos grumos no me molestan.De todas formas, si hacemos un batido con algún aparato eléctrico, el polvito se integra mucho mejor. Además, se puede añadir a masas, por ejemplo, de bizcochos, para enriquecerlos.
Gastando 3 cacitos al día, que es la dosis recomendada, el paquete nos dura unos 15 días.



Así pues, cualquiera que sea la marca elegida, me parece un producto genial para los vegetarianos, especialmente los que hacemos deporte y obtenemos pocos resultados. Considero este formato de proteínas una inversión en salud y una facilidad en el mundo, a veces complicado, de ser vegetariano.

domingo, 8 de diciembre de 2013

oh my eggs!

Quizá alguna vez te hayas preguntado cómo puede saber si un huevo está en buen estado. A otros alimentos les acaban cubriendo unos pelillos mohosos que nos avisan de la podredumbre, pero el huevo, ese misterioro y hermético amigo que nos soluciona rápidamente la vida en forma de tortilla, no nos avisa de que nos puede fastidiar en forma de intoxicación.

Siguiendo al usuario de iHerb en instagram, @iherbinc, vi un tip súper sencillo en el que nos decía cómo saber en qué parte de su ciclo de vida se encuentra un huevo.





Caso 1: si introduces un huevo en un bol con abundante agua y el huevo se queda totalmente en posición horizontal en el fondo, es que es fresco.

Caso 2: el huevo se queda en el fondo, pero su base se eleva ligeramente. El huevo no es recién puesto pero está bueno y se puede consumir sin problemas. 

Caso 3: la punta del huevo permanece en contacto con el fondo del recipiente pero el resto del huevo se eleva en el agua. Eso es que el huevo ya está viejuno, así que mejor comérselo ya o habrá que tirarlo.

Caso 4: cuando un huevo flota en el agua, es que está pasado. Así que mejor no comérselo.

La razón por la que el huevo viejo flota es que, con el tiempo, va perdiendo el agua que contiene y el huevo se llena de aire. Este aire supone menor densidad y, por supuesto, la oxidación del interior del huevo.

Yo he hecho varias veces este experimento y confío en él, pero no es bueno mojar los huevos y entonces volver a guardarlos. Los meto en agua cuando no sé cómo estarán pero pretendo gastarlos en ese momento.


Después de este consejo, espero que no haya ningún susto con la salsa rosa estas fiestas.

martes, 26 de noviembre de 2013

Tea time.

Desde hace mucho soy una gran aficionada a las infusiones. Me gustan prácticamente todas, o bueno, no es tanto el sabor lo que me gusta como el ritual de tomarlas y sentirme bien calentita y desintoxicada.

En esta ocasión voy a dar mi opinión sobre dos marcas de las infusiones más famosas y beneficiosas que hay: el té verde y el té blanco.

El té verde cuenta entre sus beneficios con propiedades antioxidantes que actúan por dentro y por fuera, ya que ayuda a mantener activo el sistema nervioso y ayuda a prevenir ciertas enfermedades cardiovasculares, oculares (como el glaucoma), es anti cancerígeno y anti bacteriano. Además, ayuda con los procesos digestivos, al menos a mí en este sentido de funciona estupendamente. El té verde también se comercializa en cápsulas con una mayor concentración, por lo que los beneficios serían más potentes. Sin embargo, yo busco más el rito de calentar el agua, dejar el té reposar y tomarme un par de tazas mientras leo o arreglo mis plantas. Considero esas rutinas muy beneficiosas para la mente. Además, los restos de las hojitas del té, ya sea suelto o en bolsita, pueden utilizarse como abono para las plantas.

En este post voy a hablar de un té verde que encontré en iHerb. Es un té cultivado en Darjeeling, se trata del Hampstead Tea Organic Green Tea, que viene suelto en una lata cilíndrica y lleva 100 g por un precio de unos 5€. Lo cierto es que este té tiene un sabor súper suave, hay que dejarlo infusionar unos 3 minutos e intentar que no se pase porque si no, amarga. Comparado con otros tés verdes más populares como el Twinings, el de iHerb me resulta más fresco, pero esto significa que para mi gusto le falta algo de sabor, especialmente si se trata de tomar varias tazas. Así pues, mejor pecar de echar más cantidad de hojas que menos y echarle algo de miel o azúcar moreno para edulcorar.

Como el sabor no me ha seducido demasiado, la próxima vez probaré con el té verde de alguna otra marca, pero sí me gustaría atreverme con la infusión de hibisco de Hampstead.





Y si el té verde tiene multitud de buenas propiedades, ¡qué decir del blanco!. Ayuda a proteger contra las enfermedades cardiovasculares y cardiacas, disminuir las placas arteroesclerósicas, disminuir los carcinomas y proteger la piel contra los daños del sol, aminora el riesgo de cáncer y diabetes. Junto con el té verde, el té blanco es el que menos teína contiene. Además, y como se ve en la foto de su caja, contiene gran cantidad de antioxidantes. 
El té blanco sólo se cultiva en China. Es un té con una producción bastante particular y más sencilla que otros pero sin embargo, en el mercado, a menudo resulta más caro que el resto de tés. Y buscando buscando, di con una caja de 100 sobres de té blanco en iHerb a un precio estupendito! Se trata de la marca Prince of Peace, con el nombre de Premium Peony White Tea, que cuesta algo menos de 5€ y como digo, lleva 100 sobres. Vamos, que la caja da para casi todo el invierno. Esta marca tiene, además, otra caja diferente de té blanco orgánico a un precio muy similar. 




Si bien el sabor del té verde anterior no me chifla, he de decir que este té blanco me gusta mucho más que otros tés blancos que he probado de otras marcas, Es fresco, suave y no amarga en absoluto. Sabe mejor con algún edulcorante, pero solo también está muy bueno y es un complemento ideal para esas tardes tranquilas en casa.


A propósito de esta entrada para la hora del té, quería hacer mención a la tetera que aparece en la primera foto. Es una tetera de hierro fundido de Tradifonte que compré en Buyvip porque necesitaba una que valiera para la inducción. Es una tetera pequeñita, con una capacidad de 850ml, ideal para una persona que quiera pasar la tarde tomando té. Sin embargo, tiene una base con muy poco diámetro y mi cocina no la detecta, con lo cual no me sirve para calentar el agua directamente y tengo que hacerlo en un cazo. Además, tampoco es bueno calentar bruscamente el hierro fundido, de hecho, está bien verter algo de agua menos caliente y que vaya cogiendo temperatura antes de echar el agua hirviendo. En fin, la tetera es mona pero algo ortopédica, y  sin rebaja, las teteras de hierro fundido son carísimas, aunque sí es cierto que mantienen el té caliente pero bebible por más tiempo.

Sobre esta tetera tengo que decir que al principio me asustó, porque las primeras veces que la utilicé, las infusiones salían con un sabor y olor raros, como de plástico-metal, pero ya lo van perdiendo. Ufff...


lunes, 25 de noviembre de 2013

Finde toledano

Hoy, lunes festivo para mí porque se celebra el día del maestro, escribo para hablar del pasado fin de semana.

Hace ya un par de meses que compré por Groupon una estancia de fin de semana en Toledo, una ciudad a la que tenía muchas ganas de ir. Entre compromisos nuestros y disponibilidad del hotel, no habíamos podido ir antes y aunque ya para estas fechas esperaba frío, este fue el finde elegido.

Nuestro hotel era el Cigarral el Bosque, y lo pillé a un precio de 119€ (con un supuesto valor real de 340€). Noche de viernes y sábado con desayuno y detalle de bienvenida. El detalle era el que esperaba: la botella de champagne, pero no por esperado me hizo menos ilusión. De hecho, no entiendo de champagne pero ese me gustó bastante. La otra sorpresa, eran las vistas tan fantásticas a la ciudad, pues el hotel se halla fuera del casco histórico, en la ladera de una colina al otro lado del río.



Aunque estábamos cansados, por la noche fuimos a cenar al centro. El frío era más intenso de lo que esperaba así que duramos poco por la calle y no se me podía ocurrir tomar nada frío, como un gin tonic, porque eso me da aún más frío.

Ya por la mañana, corrimos las cortinas y una fabulosa vista de la ciudad envuelta en bruma nos dio los buenos días. A ese hecho hay que añadir el gustazo de que el desayuno nos lo traía gratis el servicio de habitaciones, de modo que con abrigo, pero desayunamos disfrutando de las vistas.





Una de las cosas que más me gustó de Toledo fue, como no, el puente. El sol era muy intenso y se hacía difícil encuadrar una foto, pero la imagen de la entrada a la ciudad era adorable.





Después estuvimos callejeando por la ciudad, disfrutando del ambiente e intentando buscar un rayo de sol que me calentara hasta que llegó la hora de comer. El sitio elegido fue Alqahira, un restaurante árabe en el que reservamos mesa, pues es un lugar pequeño. Pedimos falafel y unos rollitos rellenos de queso feta y verduritas que aparecían en la carta, y además ese día tenían una sopita vegetariana marroquí que nos vino fenomenal para entrar en calor y que tengo que intentar hacer algún día. Todo estaba absolutamente delicioso y el servicio fue de lo más auténtico. Eso sí, para ir sin prisa pues todo allí es muy meticuloso y ritual.







Por la tarde visitamos la casa-museo del Greco, ya que en ese horario es gratis, y poco más. Aunque era un atardecer de luz otoñal y el paisaje invitaba a caminar, hacía mucho frío. El plan era volver a la ciudad a cenar por la noche, sin embargo, en el hotel se estaba muy bien y en la calle hacía mucho frío. No nos atrevimos a salir y nos quedamos descansando en el hotel.





El domingo hicimos el check out tranquilamente y lo dedicamos a ir al museo del ejército en el Alcázar, que es gratis los domingos. Tiene cosas muy interesantes, aunque la verdad es que se me hizo un poco largo, en parte por todo el peso que llevaba encima entre la ropa invernal y el bolso. ¡Realmente necesito un plumas y una mariconera para viajar!

 



Después del museo, entré en una tienda muy cuca de chocolates, "Jacinta y María" para comprar algo a la familia. El tipo de la tienda era muy simpático y nos ofreció productos de la tienda a probar. Yo tomé unas nueces de Macadamia buenísimas, y me explicó que sólo hay tres tipos de nueces de Macadamia comestibles en el mundo, y crecen en Nueva Zelanda, Hawaii y Polinesia. ¡Qué afortunadas las nueces! Hicimos algunas compras allí y me obsequió con un marcapáginas con mi nombre y apellidos escritos en caligrafía medieval que hizo delante de nosotros. Estuvimos en otros comercios y la verdad es que en todos la gente era muy amable.


Esperábamos que se hicieran las dos de la tarde para ver la catedral, y lo cierto es que fue muy decepcionante, pues sólo abren al público una pequeña parte de un lateral, desde la cual, poquito se puede ver, aunque tenía muy buena pinta.



Comimos en un restaurante muy cerca, creo que se llamaba la Catedral, en el que tenían unas tapas muy intresantes. A continuación compramos un queso manchego y un vinito de Toledo para traerlo de recuerdo a casa. 

En definitiva, ha sido un fin de semana un poquito frío pero súper bonito, romántico y divertido, que probablemente, no habría existido si no fuese por las estupendas ofertas que proliferan por Internet!



martes, 19 de noviembre de 2013

Cosméticos de iHerb

Cada uno tiene sus propias sectas, y la mía, sin duda, es iHerb. Llevo bastante tiempo comprando y nunca he tenido ningún problema. Empecé con cosméticos, seguí con comida y ya voy por quemagrasas. En esta entrada voy a dar mi opinión sobre algunos cosméticos que ya estoy terminando: un contorno de ojos y un sérum anti edad.



- Contorno de ojos de Olivella.

Este contorno de ojos, como casi todo en iherb, presume de estar hecho con ingredientes naturales, libre de parabenos y libre de crueldad animal.
Olivella es una marca italiana cuyos productos están formulados con aceite de oliva. Este contorno contiene 30 ml y cuesta 10,38$, por lo que es un precio bastante interesante. Desde el principio me ha gustado bastante. Llama la atención que para ser un producto para el contorno de ojos, no es inodoro, y hay a quien esta característica le pueda molestar o irritar. Yo no he tenido problemas en este aspecto, y eso que últimamente otros contornos, como de L'Occitane, sí que me producen escozor. Además, es algo pastoso pero se absorbe en muy pocos minutos sin ningún resto blanco ni pegotes, dejando una sensación de suavidad, nutrición e hidratación en el contorno durante todo el día. Es una sensación ideal para el invierno. También es adecuado para aplicarse maquillaje a continuación, ya que la hidratación ayuda a retener el maquillaje.
En cuanto a la efectividad con las arrugas, es algo de lo que no puedo hablar porque todavía no las tengo, pero tampoco creo que ninguna crema las quite.

A día de hoy en iHerb las 2 valoraciones de este producto dan una media de 3,5 estrellas, que para mí se queda escaso porque creo que tiene una estupenda relación calidad-precio. A lo largo de mi experiencia potinguil he probado muchos contornos de ojos y la verdad es que este es de los que más me han gustado. Aunque mi principal problema son las ojeras y este contorno no las trata, he probado otros productos que prometían atenuarlas y siempre me he llevado desengaños. Así pues, teniendo en cuenta su precio y la hidratación que proporciona, me quedo con este muy por encima de otros como el "All about eyes" de Clinique o el "whitening" de Skin 79, y eso que esa marca coreana me gusta bastante.


- Sérum anti-edad de Amazon Organics.

Su principal ingrediente es Ascorbyl tetraisopalmitate, que no es otra cosa que una forma de presentar la vitamina C, y sirve para prevenir el envejecimiento además de tener propiedades blanqueantes contra manchas, por ejemplo, de acné. Además, es un formato fácilmente tolerado por las pieles sensibles. Además, contiene camu y maca, dos productos naturales que también contienen vitamina C. A continuación, en su formulación aparece una silicona y bueno, el resto de ingredientes están aquí: 
Ascorbyl tetraisopalmitate (Vitamin C), organic camu/maca (amazon blend), dimethicone crosspolymer, caprylic/capric triglyceride and linoleic acid, glycine soja (soybean) sterols and phospholipids, fernesyl acetate, farnesol panthwny triacetate, arnica oil, bioflavonoid cannabis sativa seed oil, green tea in macadamia nut oil, sodium PCA, retinyl palmitate (vitamin A), glycereth-2 cocoate, benzoic acid (natural derivatives), borage oil, evening primrose oil, avocado oil, grape seed oil, olive oil, aloe vera gel (organic), rose hips seed oil.

¿Qué me gusta de este serum? en primer lugar, que está libre de crueldad animal, luego su precio (9,97€/30ml) , y bueno, que cuando te lo aplicas sientes una sensación de suavidad extrema. El serum es transparente y tiene un olor muy tenue, casi imperceptible. Al aplicarlo en la cara es inevitable pensar en el terciopelo, pues inmediatamente sientes un velo en el rostro, que se convierte en seda. Probablemente esta sensación tan agradable la cause la silicona, pero en este caso, no es una silicona dañina puesto que a mí no me ha producido ningún grano y eso tiene mérito.

¿Qué no me gusta? A pesar de haber estado usándolo de forma continuada, no me noto la piel especialmente hidratada, y eso que lo uso con otros productos. La culpa, por tanto, no es del serum, pero ya que doy tantos pasos en mi rutina me gustaría sentir más elasticidad en la piel. No sé si es que me estoy haciendo vieja o estoy mutando, pero últimamente me noto la piel más seca y este producto no me ha ayudado demasiado a luchar contra esa sensación. 
Otra de las cosas que no me gustan es que, a pesar de que lleva un dosificador que hace que se pueda usar de una forma higiénica, a mí se me ha estropeado y tengo que estar abriéndolo y meter el dedo para que salga. Además, por su formato, no creo que pueda llegar a gastar toda la cantidad de producto.




De momento, voy a seguir probando otros serum. No descartaría volver a comprar este, pero con todos los que hay en el mercado, me apetece seguir descubriendo.


domingo, 27 de octubre de 2013

Colección Voyage

Una de mis grandes pasiones es viajar y otra, los cosméticos. Pero esta entrada no será sobre las cosas que me compro por ahí. Y es que, no sé la gente, pero yo aún no he encontrado ninguna ganga en los Duty Free de los aeropuertos.

Esta entrada la voy a dedicar a los cosméticos que tengo y que están inspirados en algún lugar. Muchas marcas sacan productos o colecciones inspiradas en lugares, y siempre me llama la atención probarlos. Y, por qué no decirlo, cuando un producto es bonito y encima tiene el nombre de alguno de mis lugares de ensueño, suelo no poder resistirme y caigo en la tentación. Así que allá van los potinguillos que me hacen viajar a través de los sentidos.

- Paleta Tahiti, de CARGO:

Esta paleta tan maravillosa la compré en París hace ya unos años. Lo cierto es que era agosto pero en París no podía hacer más frío y no paraba de llover, así que el mejor sitio  donde refugiarse era el Sephora de Champs Elysées. Entonces, en ese refugio del frío y el gris de pronto un oasis de color se abrió ante mi vista: era la paleta Tahiti de Cargo. Junto a esta paleta, había muchísimas otras inspiradas en otras ciudades, pero la más llamativa es sin duda la que nos ocupa. Lo de ponible ya es otro tema. En cualquier caso, necesitaba comprar ese mundo de color para superar lo de tanta lluvia y visualizarme a mí misma en mi más que idolatrada y soñada Bora Bora, la isla de todos los azules.

La paleta Tahiti recrea los verdes jade y los azules intensos de las aguas del Pacífico, si bien la paleta se presta más a ser combinada con otros tonos neutrales que tengas porque si no puedes parecer un travelo. La pigmentación es más que sorprendente y el color queda fiel en el párpado. Yo la uso con pre-base de ojos porque la pigmentación es muy fuerte, y a poco que se desprendan los colores verdes y azules, el efecto ojera que pueden crear me aterroriza.
La cajita es una monada, tan llamativa como su contenido, ya que contrasta los tonos verdes y azules con el rojo de los labios de la chica de la ilustración. Esto, en un día gris, es irresistible.







La anécdota de esto es que también hay una paleta de Cargo inspirada en París, bastante más versátil que la de Tahití pero mucho menos atractiva.
Hay otras como Shanghai, Viena y Bermuda que también son neutrales pero las encuentro más cálidas y bonitas.




- Coloretes de Sleek:

Si existe una marca lowcost de la que sea fan, esa es Sleek. Tengo tres paletas ojiles y dos coloretes, y no tengo  más cosas porque me he vuelto sensata e intento no comprar por comprar, ya que los cosméticos caducan y tengo muchos más de los que seré capaz de gastar. A veces me gustaría tener cuatro cabezas y así amoritzaría mejor... pero en fin.

Hace unos años salieron a la venta dos colecciones relacionadas con el mundo feliz: la colección caribeña y la mediterránea, que estaban compuestas, entre otros productos, por coloretes. El primero en enamorarme fue el colorete Aruba (Brasil), un naranja pasión explosivo. Me gustan muchos los naranjas y me parecen muy favorecedores, y éste era rompedor. Sólo conocía colores tan atretivos en Nars, pero sus precios me parecen más que excesivos, así que me hice conel Aruba de Sleek. 

¿Qué puedo decir de estos coloretes que no se haya dicho ya? Su relación calidad-precio es inmejorable. Este colorete es totalmente mate y naranja, y hay que echarlo con precaución para no convertirte en naranjito. No obstante, con una buena brocha, (yo uso la tipo mofeta de Lola, que me encanta), es muy fácil de aplicar. Y si un día apetece un boom de color, con este colorete está muy fácil. Yo lo voy a aprovechar para disfrazarme de Pumpking este Halloween.

Aunque me gustan más los naranjas que los rosas, no pude resistirme al otro colorete de la colección, y he de admitir que en parte fue por su nombre: Santorini. He aquí otro relacionado con mis islas griegas. Este colorete es como el anterior pero en su versión fucsia. Lo cierto es que a mí Santorini no me sugiere este color, que por otra parte es el color de la buganvilla, pero lo encuentro un tanto frío.




- Multiple Portofino, de Nars:

La verdad es que la mayoría de los nombres de los productos y colores de Nars son icónicos y es fácil relacionarlos con algo especial. De hecho, la primera vez que vi un stand de Nars mis ojos se fueron a un colorete tremendamente naranja. Ese colorete se llama Taj Mahal, lugar bello donde los haya. Pero aunque ese colorete me maraville, me parece demasiado caro para su usabilidad, ya que es muy intenso y brillante y no acompaña a cualquier look de una vida mundana como la mía.


Y como en esta marca todo es tan caro, me ilusioné con hacerme con un múltiple, ya que es un cosmético original y no disponible en otras marcas. Cuando fui a comprarme uno, no me iba fijando en los nombres sino en los colores, pero el que más llamó mi atención es el Portofino, un rojo en el que encuentro ciertos matices rosas, naranjas e incluso marrones, muy sutil y altamente favorecedor. Me gusta mucho este color, y es el colorete que siempre me llevo de viaje porque se aplica muy rápido: pegote directo en la mejilla y difuminar con una brocha. Inmediatamente da un aspecto sano a las mejillas a la vez que se adapta fácil a cualquier maquillaje y look regulando la intensidad que dejas en el resultado final. Es uno de mis productos must.








- Perfume Cyclades de Lancôme:

Y si los colores tienen el poder de evocar y recrear lugares, los olores no se quedan atrás, por lo que también hay una serie de perfumes relacionados con el mundo de los viajes. El perfume del que voy a hablar está inspirado en el lugar que más me  ha marcado de todos cuantos he pisado: las islas cicladas, en las islas griegas. Hace unos años hice el más maravilloso de mis viajes, un crucero por las islas griegas y quedé profudamente fascinada y enamorada de la verdadera esencia mediterránea, con su luz, su viento estival, sus flores y la cal en las fachadas.




Bastante obsesionada con el lugar, una vez vi en Strawberrynet que rebajaron un perfume de Lancôme inspirado en las islas griegas, y a pesar de que en España jamás  lo había visto ¡ni olido!,  la combinación me pareció irresistible. Adoraba los perfumes de Lancôme,  y la descripción  floral-almizclado con notas, entre otras, de jazmín y vainilla, me pareció  más que apetecible. Así pues, lo pedí, y cuando llegó no medefraudó en absoluto.

El diseño del envase es fresco, dinámico y alegre, con flores de buganvilla envolviendo el frasco, como si se tratara de una casita isleña.









- Escale aux Marquises, de Dior:

De los tres perfumes inspirados en lugares del mundo creados por la firma Dior, el que me conquistó fue el de Escala en las Marquesas, que son parte de la Polinesia francesa. Lo que siento por esta tierra no es pasión, porque no la conozco, sino una tremenda fantasía fundamentada en sus colores y su luz. Pero lo cierto es que no tengo esperanza de poder pisar islas como estas a no ser que me toque el euromillón :( sniff.





En cualquier caso, este perfume evoca a este lugar tan bello mediante sus notas de tiaré, una flor sagrada y esencial en la cultura polinesia ....mmmm..., y se puede decir que desprende un halo un tanto dulce y cálido pero para nada empachoso. Me gusta olerlo en las mañanas soleadas de primavera, pues lo encuentro demasiado encantador para las estaciones extremas.




Otro detalle encantador de este perfume es que me lo compré en un viaje a Lanzarote, que no es de Polinesia pero es una isla con una magia increíble y en la que, además, los cosméticos son mucho más baratos que en la península. Así pues, mar, belleza, sol y cosméticos baratos... ¿alguien se pregunta aún dónde está el paraíso? 



lunes, 30 de septiembre de 2013

Somatoline caderas y vientre no me funciona

¿Para qué engañarnos? Por mucho que intentemos distanciarnos de la norma social, siempre hay debilidades en las que caemos. En mi caso, es la obsesión por perder algunos centímetros de la cintura.

Como norma general, como muy sano y además voy al gimnasio, pero la barriguita está ahí y pensé en darle un empujoncillo en forma de crema para acabar con ella. Por alguna razón, la marca somatoline me inspiraba confianza y cuando vi que había un producto específico para mi zona odiada, me hice con él.



El modo de aplicación es de dos veces al día durante cuatro semanas, y luego se dilata la frecuencia de uso como mantenimiento. Al aplicar se notan unos pequeños gránulos además de una sensación de efecto frío que te hace pensar que eso te tiene que estar haciendo algún efecto. Además, hay que lavarse las manos muy bien después de su aplicación porque se quedan "mentoladas" y si se te ocurre acercar las manos a un ojo o la comida, pagarás las consecuencias.

En teoría esta crema favorece la movilización de la grasa y ayuda a perder algún centímetro de cintura y caderas, aunque en el envase se especifica que esa pérdida de centímetros no manifiesta su efecto en una pérdida de peso. Si las cremas hicieran las sentadillas por nosotros, este mundo sería maravilloso, no?

En cualquier caso, yo me la he aplicado pacientemente durante el periodo indicado pero no he notado que haya perdido ninguna talla, y lo que es más, ni siquiera un poquito más de firmeza en la zona.

Quizá a otra persona cuya grasa sea de otro origen pueda funcionarle, no lo descarto, pero mi experiencia ha sido negativa. No obstante, entre tres o cuatro temporadas de uso he acabado el bote, porque después de gastarme unos 30€ que cuesta no iba a tirarlo, pero en ninguna de las ocasiones he obtenido los resultados esperados.

Así pues, no volveré a comprar este producto, y sinceramente, pasará tiempo hasta que vuelva a intentarlo con otro. Después de esto, tengo poca fe en que las cremas obren el milagro.



lunes, 16 de septiembre de 2013

DCODE Arena 2013

Hoy voy a hablar de mi experiencia en el festival DCODE de Madrid. Desde hace años soy asidua asistente a conciertos y festivales y es muy difícil que me vaya con mal sabor de boca de los mismos, porque de ser así, ya habría abandonado esta afición.

Los festivales que para mí son obligatorios son el SOS4.8 de Murcia, ya que la comodidad de estar cerca es un punto a su favor, y también el Lowcost de Benidorm, porque en verano no tengo nada mejor que hacer y siempre hay grupos que me llaman la atención. En cuanto a conciertos, dependiendo de cuánto me guste el grupo, estoy dispuesta a hacer desplazamientos más o menos largos, pero he estado en muchísimos conciertos en Murcia y alrededores y en bastantes ocasiones he ido a Madrid para ver a algunos de mis bandas preferidas.

El caso es que cuando la pasada primavera se anunció que Franz Ferdinand venían al DCODE de Madrid no lo dudamos demasiado y sacamos la entrada. Años atrás había visto a ese grupo y había flipado. 

Con toda nuestra ilusión, y con el gasto extra que supone la gasolina y el hotel, nos pusimos rumbo a Madrid el pasado sábado. La verdad es que no me había informado sobre el festival: no había visto planos, ni horarios con la duración de los conciertos o número de asistentes, pero como mis referencias festivaleras siempre son positivas, ni tan siquiera me había planteado estos detalles.

Cuando llegamos al recinto de la Complutense, bastante temprano, empecé a sospechar que tanta gente en la puerta haciendo botellón podía no caber en el festival. Entonces, finalmente vi los escenarios, que estaban literalmente juntos, de manera que compartían campo de sonido y campo para los espectadores. Claro, así, el concierto de Love of Lesbian, uno de los grupos que quería ver, estaba condenado a durar tan sólo una hora, lo mismo que el resto de conciertos a excepción de Franz Ferdinand, que duraría una hora y media.

La actuación de Love of Lesbian, al ser de día y cuya crítica dejo a los profesionales que estaban en el vip y podían concentrarse en aspectos musicales, transcurrió con la normalidad de cualquier concierto de ese grupo. Pero al caer la noche y empezar a llegar el mogollón me di cuenta de lo nefasta que era la organización del DCODE. Tuve que hacer cola para el baño durante 40 min, es decir, el concierto de Foals practicamente entero. Así, claro, las ganas de beber cualquier cerveza se disiparon y tuve que aguantar el resto del tiempo con una cocacola, pero lo cierto es que tenía sed.  además de las colas para el baño, habría que hablar de las colas para poder pillar comida, que por otra parte las opciones para los vegetarianos se reducían bolsas de gusanitos por el módico precio de 2,50€.

A medida que pasaba el tiempo, la basura empezaba a crecer desde el fondo del recinto, y para acercarse a por algo de bebida había que sortear cajas de pizza, pegajosos restos de comida y gente tirada por el suelo por aquí y por allá, porque sólo había contados y escondidos asientos donde la gente pudiera sentarse a comer. Así, no había espacio ni para comer ni para realizar un poco de retiro espiritual, ya que todo el campo estaba dedicado a los tres escenarios y pasear por allí era garantía de tener que sufrir choques con la gente. Porque esa es otra cuestión, por supuesto que habría gente normal y educada pero también había mucha juventud exaltada, drogada y/o simplemente asquerosa que parecía que disfrutaba colisionando con el resto de asistentes. Con este panorama yo ya me puse de mal rollo y el concierto de Vampire Weekend se convirtió en un trámite que tenía que pasar para que llegara el momento Franz Ferdinand interrumpido, además, por el sonido procedente del tercer escenario, ya que con la oreja derecha escuchaba a Toundra y con la izquierda a los Vampire. No obstante, tuve que tragarme el concierto de Amaral, que no es precisamente santo de mi devoción, pero allí estabas obligado a escuchar lo que te gustaba y lo que no. Por supuesto, no se podía abandonar el recinto y tampoco te daban la preciada pulserita para coleccionistas.

Para acabar, el concierto de Franz Ferdinand estuvo lleno de melocotonazos que podía haber disfrutado más, pero para esa hora mis chakras estaban totalmente dispersos y desalineados y  yo ya sólo pensaba en salir de allí. Por supuesto, no me planteo volver a ese festival. Contra todo pronóstico y después de lo que acabo de relatar, puedo decir que la del sábado fue una "noche eterna".

domingo, 8 de septiembre de 2013

Diario de viaje por el Adriático

El destino elegido de estas vacaciones ha sido Croacia: mi chico y yo lo veíamos como un país un tanto misterioso, mediterráneo y que no se escapaba a nuestras posibilidades.

Día 1

Como volar a Croacia es bastante más caro, volamos a Trieste, en Italia y allí cogimos un coche alquilado (W. Polo) que con Europcar salió bastante bien de precio. Enseguida conectamos el gps e intentamos salir de Italia, pero habíamos olvidado que había que atravesar las fronteras de Eslovenia antes de entrar en Croacia, con lo cual empezamos a ponernos nerviosos al no ver señales de Croacia por ninguna parte. Además, al no haber cambiado moneda en España, no quisimos coger la autopista por si no podíamos pagar los peajes. De modo que nuestro estreno en Croacia fue por carreteras estrechas, con curvas y bastante rurales por las que los indicios de humanidad eran escasos. No obstante, logramos llegar a nuestro primer destino, Rovinj, justo cuando caía la noche.

A pesar del cansancio, fuimos a dar una vuelta por la parte antigua de la ciudad, situada en una pequeña peninsula. El pueblo esta coronado por la colegiata de Santa Eufemia, y a su pies se entretejen multitud de callejones que dan al mar, a muros, a arcos... Todo un laberinto en el que perderse es una experiencia encantadora.


Día 2

Por la mañana quisimos hacer otro reconocimiento a Rovinj esta vez a la luz del día. La magia de la noche se mantenía en sus calles, llenas de ventanas, ropa tendida, olor a lavanda y grandes piruletas.






Hecha la pequeña ruta por la ciudad, cogimos el coche y nos dirigimos a Pula, porque aunque nos desviaba del resto de Croacia, Pula tiene un anfiteatro romano que no podíamos dejar de ver.
Aparcar en Pula fue un verdadero infierno. A la entrada a la ciudad había una larga de coches aparcados que nos hacía sospechar que ese era el mejor lugar para hacerlo, pero cuando quisimos dejar nuestro coche, ya no había sitio. Tuvimos que callejerar cuesta arriba y cuesta abajo con la psicosis de no rallar el coche hasta que finalmente, nos dimos cuenta que la forma de aparcar sería hacerlo encima de una acera como tantos otros coches. Así lo hicimos, aparcamos encima de una acera y sin pagar la zona azul.

Aunque Rovinj me gustó más, el anfiteatro de Pula (Siglo I) por fuera está conservado de forma excepcional y es impresionante. El casco antiguo de la ciudad también tiene calles llenas de bares y comercios además de vestigios romanos que merece la pena pararse a contemplar.



Comimos en Pula y decidimos ponernos en marcha hacia la próxima parada, pues al día siguiente íbamos al parque natural de Plitvice y hacíamos noche junto al parque.

Salir de Istria fue pesado, pero cogimos las autopistas y el camino era más llevadero. Eso fue así hasta que el gps nos indicó que dejáramos la autopista y empezó a adentrarnos por la Croacia profunda. Yo disfruté mucho del paisaje rural, lleno de pequeños pueblos con sus respectivas iglesias, pero aún nos quedaban muchos kilómetros por llegar a nuestro destino y los caminos eran cada vez más estrechos, irregulares y solitarios. Cuando empezó a oscurecer la carretera estaba inserta en un bosque espeso que no nos permitía adivinar que fuéramos a llegar a ninguna parte. Finalmente, empezamos a ver "apartmanis", pues ya estábamos cerca de Plitvice. El paisaje y el clima de pronto eran casi invernales y nosotros estábamos exhaustos. Cenamos en un restaurante de montaña cercano al hotel y empezamos a darnos cuenta de que la hostelería en Croacia es un asunto que va bastante lento.



Día 3

Este era uno de los días señalados, pues tocaba disfrutar de los lagos de Plitvice. Muy pronto fui consciente de que no había llevado la ropa adecuada, hacía bastante más frío del que yo pensaba. Nos pegamos el madrugón para poder disfrutar de algo de tranquilidad en el parque, pero la cosa se demoró porque olvidamos la mochila con la cámara de fotos, mis gafas, etc en el hotel y tuvimos que regresar. La verdad es que desde el hotel (House Marija, una casita de campo con flores en las ventanas) nos mandaron un mail avisando de que habíamos dejado la mochila. Todo un detalle.

Y luego ya, en el parque nada más entrar se puede ver el gran salto de agua de más de 70 metros. Escogimos el recorrido de subida en tren porque así bajábamos a pie. Buena elección. El parque es enorme, y está lleno de turistas, lo que dificulta la circulación. Es bastante difícil pararse a hacer fotos, especialmente buenas fotos, y esto es bastante frustrante porque allí la belleza es infinita.



Otra de las frustraciones aquí fue la ausencia de sol, y es que los reflejos del agua podrían haber sido más bonitos. En cualquier caso, algo me dice que en Plitvice el sol brilla por su ausencia, pues se halla en un rincón entre montañas. Casi todas las fotos que encuentro de este lugar han sido tomadas en días nublados.


Visto el parque, pusimos rumbo a tierras más cálidas, concretamente a Sibenik, otra ciudad costera. El apartamento, Krka Ivan, nos defraudó bastante, porque aunque nos había salido sospechosamente barato, nuestra reserva de booking decía que tenía baño privado y no era así. Además, estaba ubicado en un paraje que no tenía ni el más mínimo encanto, y había polvo en la habitación. Tampoco tenía aire acondicionado y en Sibenik hacía bastante calor.

En el centro de Sibenik pasamos parte de la tarde y la noche. Su catedral pertenece a la Unesco, y junto con su casco histórico, la ciudad vuelve a convertirse en una madeja de calles estrechas, escaleras insertadas dentro de una muralla con vistas al mar y a las islas.






Día 4

Turno para otro parque nacional, esta vez el de Krka, que corresponde a un río cárstico con cascadas. Después de informaciones que había leído por internet, pensaba que visitar Krka justo después de Plitvice me iba a decepcionar, porque para la mayoría de la gente, estos dos parques no son comparables siendo el beneficiado Plitvice. Para mí, no hay por qué compararlos, y cada uno de ellos tiene su propia belleza. A favor de Kraka tengo que decir que sí que brillaba el sol y además es posible bañarse a la orilla del río porque las temperaturas son bastante altas. A diferencia de Plitvice, en Krka hay algunas edificaciones (un molino, una antigua central hidroeléctrica, un monasterio, ruinas romanas...) que le dan un encanto particular y lo hacen muy difrente del anterior parque. 

       

   

Además, la luz permite apreciar fácilmente la variedad de flora del parque, y pasear por sus senderos es una auténtica delicia. Eso sí, mejor hacerlo temprano, antes de que apriete el calor y los turistas se agolpen.




Nosotros hicimos el recorrido que incluye la entrada básica. Para ver el convento, el monasterio y las ruinas que pertenecen al parque había que contratar excursiones opcionales que necesitaban transporte en barco y duraban bastante, así que las descartamos.


Nos pusimos camino a Ploce, que sería nuestro campamento base durante tres días. La ciudad de Ploce no tiene nada de particular, pero está situada cercana a nuestros dos siguientes objetivos: Mostar (Bosnia) y Dubrovnik.

Pero aunque Ploce no es precisamente la ciudad más bonita de Croacia, nuestro apartamento se situaba en un lugar idílico, frente a los lagos de Bacina. Aquella tarde nos tomamos una merecida siesta y por la tarde, sencillamente nos sentamos junto al lago a ver la puesta de sol. ¡Necesitábamos descansar!






Día 5


Para mí este era uno de los días más esperados y especiales. Una de las razones que me impulsaban este verano a ir a Croacia era poder visitar Mostar, cuyo centro histórico, por fotos, me tenía cautivada. No obstante, teníamos ciertos temores con si podríamos meter el coche alquilado en Italia. Para cruzar la frontera de Bosnia, lo primero que encontramos, fue una cola retenida media hora. Cuando llegamos al puesto de control no hubo problema: enseñamos la green card y nuestros pasaportes y ya estábamos en Bosnia. Cuando estuvimos mirando con qué compañía alquilar coche para poder entrar a Bosnia nos pudimos volver locos porque en principio no hay compañías que alquilando en Italia te dejen conducir por Bosnia. Para poder hacerlo, es necesario tener la "green card".



La carretera a Mostar no era especialmente mala. Simplemente era como una nacional de España. Lo cierto es que habíamos conducido por carreteras peores por Croacia. Sin embargo sí es bastante evidente que Bosnia es más pobre que Croacia. También se hace evidente la presencia musulmana, pues desde el principio se ven bastantes mezquitas.




Llegados a Mostar, nos daba algo de miedo decidir donde aparcar el coche pues estando fuera de los países permitidos, el seguro no nos cubre. Finalmente lo dejamos en un parking custodiado por unos ciudadanos de allí que además, se ofrecen a enseñarte la ciudad para ganarse unos euros.


La entrada al centro histórico, con tan sólo unas cuantas calles,  es capaz de evocar muchas sensaciones: de un lado del río está la parte cristiana, donde hay presencia de sus respectivos símbolos religiosos y por supuesto, como en el resto de la ciudad, edificios con signos de disparos, sin tejado y destrozados. Al otro lado del río, está la parte musulmana.




Y el centro histórico es la postal de un cuento que podría haber sido feliz, el cuento de la convivencia y el entendimiento, pero que tristemente fue escenario y símbolo de un capítulo más de la guerra de Yugoslavia.




Hoy, aún hay inscripciones en las que se lee "Don't forget 93" porque la herida sigue abierta, y es que el puente y sus alrededores fueron completamente destruidos en el 93. La reconstrucción fue realizada con la ayuda de la Unesco y organizaciones para la recuperación del Patrimonio de la Humanidad siguiendo los métodos originales de construcción e imitando incluso los defectos del puente original. 

Una anécdota divertida de este día fue que no sólo saltó del puente el experto saltador, sino que a tres espontáneos se les ocurrió que su momento de gloria estaba allí. Y los tíos, con un par de narices, saltaron. Este fue el día más caluroso del viaje, y el intenso calor dificultaba poder disfrutar del entorno. Casi entiendo a los tipos que saltaron. Querían refrescarse. Nosotros mientras nos hidratábamos con cerveza en una terraza con vistas al puente. En Mostar es posible pagar con euros y kunas casi en cualquier  parte.


A la vuelta a Croacia no había nada de cola en la frontera y llegamos a Ploce bastante temprano. Como queríamos aprovechar lo que quedaba de tarde, cogimos la Jadranska Magistrala, la carretera que recorre la costa y que es tan bonita como peligrosa, y fuimos a Makarska. Vimos este pueblo como el "Benidorm" de Croacia. Si bien tenía rincones muy bonitos, estaba plagado de gente en un ambiente muy veraniego en un sentido negativo. Probablemente, visitar ese pueblo en otra época del año causaría una sensación distinta. De todos modos, tomé algunas instantáneas que me dejarán bonitos recuerdos.




Día 6

Otro día señalado: turno para Dubrovnik. 

Para tomar fuerzas desayunamos en nuestro paradisiaco balcón frente al lago. El dueño del apartamento, al vernos desde el balcón, nos obsequió con un cuenco con higos. Allí los higos son algo muy común y me encantó poder probarlos. El melón que compramos allí también estaba riquísimo y nos quedamos con muchas ganas de probar unas enormes sandías que vendían en los cientos de puestos de fruta que había al borde de la carretera.

Para llegar conduciendo a Dubrovnik hay que atravesar la frontera de Bosnia, pues esta tiene unos kilómetros de costa. En ese trocito de costa hay un pueblo turístico, Neum. Lo que más nos llamó la atención de esta zona es que, justo enfrente de Neum, hay una isla que pertenece a Croacia y los croatas tienen una enorme bandera en la ladera de la montaña que da a la costa bosnia.

La carretera de acceso a Dubrovnik es la de la costa, así que toca armarse de paciencia y rezar por no llevar delante a ninguna tortuga y que a otro no le de por adelantarte peligrosamente.

Temíamos que aparcar de Dubrovnik nos costara tanto como en Pula, pero en absoluto. Fuimos un sábado y enseguida encontramos aparcamiento. Dentro de las murallas todo es peatonal, pero fuera hay mucho aparcamiento y además puedes meter tantas kunas como quieras para tener el coche aparcado sin preocuparte por qué hora es. 

Entramos a la ciudad bajando una calle empinada que comunicaba el exterior con el interior de la muralla. Enseguida estábamos en la calle principal, Placa, donde además una banda tocaba música medieval para ambientar aún más la situación. Aunque en Dubrovnik había mucha gente, tenían un ritmo más relajado que en Makarska y no llega a suponer un agobio. Sin embargo, los trabajadores de la hostelería nos parecieron algo más bordes que en otros sitios que habíamos estado, quizá porque en ciudades como esta están cansados de tantos turistas.








Aunque el tiempo no acompañaba, decidimos subir a la muralla, una visita obligada para tener una buena perspectiva de la ciudad. Entonces se puso a llover e hicimos una pausa debajo de un arco hasta que paró. Cuando volvió a salir el sol, el calor era intenso y recorrer la muralla entera se hizo pesado. Claro, era mediodía y agosto. Con todo, mereció la pena.







Después de comer y más comer, por la tarde contratamos uno de esos paseos en "glass boat". Cierto es que apenas entramos en ninguna iglesia o similares durante el viaje porque cobraban precios un tanto simbólicos por todo, y sin embargo nos gastamos 10 euros en una turistada como es lo del barco. Pero es consuelo de pobres, porque a los dos nos encanta eso de sentirnos sobre las aguas y entonces era todo lo que nos podíamos permitir. El barco te permite ver la muralla desde fuera un islote que hay frente a la ciudad.







Y en parte, por la distancia, en Dubrovnik echamos el día entero. Esa noche, la última en Ploce, intentamos cenar todo lo que nos quedaba de nuestra compra en Lidl pero fue demasiado hasta para nosotros.



Día 7

Último desayuno frente al lago, y la sensación de que el fin de nuestra aventura pronto acabará empieza a instalarse en nuestro ánimo. El día anterior llegamos hasta el punto más meridional de nuestra ruta y ya empezábamos a subir :(

Pero aún nos quedaban lugares bonitos por descubrir. La mañana estaba dedicada a Split, una ciudad con una infinidad de rincones de los que enamorarse. El casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad, y fue erigida a partir del palacio del emperador Diocleciano. La herencia romana se hace patente a cada paso, desde la catedral románico-gótica rodeada por columnas romanas, hasta los arcos que se levantan en cualquiera de sus calles.




Y una de las cosas más típicas de Croacia: ropa tendida por doquier. Por alguna razón quedaba estético, con mucho encanto. La ropa tendida y las plantitas con flores de colores configuraban una estética propia en ese país.






Aunque Split es una ciudad portuaria bastante grande, y da la oportunidad de coger ferries hasta las islas, tuvimos que continuar nuestro camino por tierra hasta Zadar. Fue fastidioso dejar Split tan temrpano, porque en Split es gratis aparcar los domingos, y entre kuna y kuna ya habíamos gastado bastante dinero en aparcar.


Nuestro apartamento para esa noche estaba en Zadar, y si bien fue toda una odisea encontrar el apartmani Petra, la dueña resultó ser una mujer muy amable y el apartamento era muy mono, con vistas al mar. Descansamos un poco y nos dirigimos al centro de Zadar para patearla. Era nuestro último destino croata.

Una de las cosas más llamativas de Zadar es el órgano junto al mar, que no es otra cosa que una construcción por la que se cuela el aire emitiendo una cierta clase de melodía junto al mar. Aunque es realmente  curioso, había tanta gente que se hacía difícil disfrutarlo, sobre todo porque algo esencial habría sido un silencio que no había.

En Zadar, como en otras ciudades del norte de la costa, es evidente la influencia veneciana y es posible encontrar sus símbolos. Además, hay restos romanos, góticos, renacentistas y barrocos. 



Y esta noche, además, nos dimos el gustazo de buscar un rinconcito romántico donde darnos el homenaje culinario.





Día 8

Ya sí, tocaba decir adiós a Croacia. Pusimos camino a Eslovenia y el punto elegido para visitar fueron las cuevas Skocjan, también patrimonio de la humanidad. Nuestro acceso, una vez fuera de Croacia, fue por unas carreteras de nuevo un tanto rurales, con bastantes curvas y una lluvia torrencial. Además, no teníamos muy claro que la dirección que habíamos puesto al GPS fuera la correcta, pero al final, conseguimos llegar. 

No pudimos echar fotos de las cuevas porque estaba prohibido, me imagino que por no causar colapsos en el estrecho pasillo escarbado en la cueva. En las cuevas había estalactitas, estalagmitas, terrazas y un río que transcurre por el interior de la tierra. Un guía explicaba todo el recorrido, pero en un inglés tan absolutamente malo que no me enteré de apenas nada.


Después de las cuevas nos dirigimos a Italia. Aunque tenía muchas ganas de llegar para poder hablar italiano, me daba mucha pena dejar Eslovenia, porque nos alejábamos cada vez más de lo que habían sido las vacaciones.

El apartamento de Trieste, residencia San Giusto, me encantó. Era realmente grande y fashion pero la ciudad, en cambio, no tenía demasiado por ver. Hicimos un rápido reconocimiento nocturno en tanto que buscábamos dónde cenar y decidimos dedicar nuestro último día a Venecia ya que estábamos muy cerca.



Día 9
Tuvimos que planear movernos a Venecia sin poder informarnos por Internet porque el servicio de wifi no era gratis en nuestro hotel. Y sí, Venecia estaba cerca, a poco más de una hora en coche, pero... menuda hora! la autopista de peaje que comunica Trieste con Venecia es un tanto infernal. Aparte de costar 10€, tienes que sufrir un carril derecho que de forma  extraoficial pertenece a los camiones mientras que el carril izquierdo es para vehículos más ligeros. Sin embargo, los italianos parecen tener mucha  prisa al conducir y te van besando el culo, lo cual puede afectar bastante a los nervios. Cuando finalmente llegamos a Venecia teníamos que aparcar el coche. Un poco a la aventura, nos metimos en un edificio de varias plantas de aparcamiento y allí llegó el primer "zas en toda la boca". Aparcar en Venecia costaba 26€ por día, sin posibilidad de fragmentarlo en horas. 
Una vez dejamos  el coche, echamos a andar y nos perdimos por las callejuelas de Venecia, que fue bonito porque era temprano, no apretaba demasiado el calor y las hordas de turistas aún no habían colonizado la ciudad. Después de perdernos un poco más de la cuenta (no teníamos mapa), llegamos a San Marcos. Indiscutiblemente es un escenario único y bello, pero en esa plaza hay más gente que en todo Tokio, lo cual hace que su belleza se difumine. Además, un enorme cartel de Max Mara en el fondo de la plaza y los andamios sobre la Basílica terminaban de joder la postal. Después nos dirigimos a Rialto, que estaba igual de affollato y ya pensamos en buscar un lugar para comer. Yo sabía que Venecia era peligrosamente cara, pero nos alejamos un poco de esa zona y vimos un restaurante con un cartel: menu spaghetti/ macarrones al pomodoro 8.90€. Nos metimos allí. La bebida era bastante escasa, de manera que tuvimos  que pedir un segundo vaso. La pasta era simplemente con tomate, ni siquiera te daban el cacharrito con queso en polvo tan típico de Italia. La broma salió por 36€. Entonces, preguntamos a un gondolero aburrido cuánto costaba el paseo en góndola, y la respuesta era 80€. Era un precio fijo y al parecer bastante difícil de negociar. Si van seis personas puede salir bien de precio, pero para dos ya era demasiado, así que con todo nuestro pesar nos dejamos la gondolita para otra ocasión.








Entre esa locura de precios, el cansancio acumulado, el calor y la tristeza del último día empecé a venirme abajo y emprendimos el regreso al hotel.



Día 10

Madrugón para coger el avión. Fue fácil encontrar el aeropuerto que además es muy pequeñito. Embarcamos, despegamos, aterrizamos en Valencia.  Metro, aperitivo en la Lonja, Starbucks y tren a Murcia. Taxi. 10 de la noche, final de trayecto.