lunes, 16 de septiembre de 2013

DCODE Arena 2013

Hoy voy a hablar de mi experiencia en el festival DCODE de Madrid. Desde hace años soy asidua asistente a conciertos y festivales y es muy difícil que me vaya con mal sabor de boca de los mismos, porque de ser así, ya habría abandonado esta afición.

Los festivales que para mí son obligatorios son el SOS4.8 de Murcia, ya que la comodidad de estar cerca es un punto a su favor, y también el Lowcost de Benidorm, porque en verano no tengo nada mejor que hacer y siempre hay grupos que me llaman la atención. En cuanto a conciertos, dependiendo de cuánto me guste el grupo, estoy dispuesta a hacer desplazamientos más o menos largos, pero he estado en muchísimos conciertos en Murcia y alrededores y en bastantes ocasiones he ido a Madrid para ver a algunos de mis bandas preferidas.

El caso es que cuando la pasada primavera se anunció que Franz Ferdinand venían al DCODE de Madrid no lo dudamos demasiado y sacamos la entrada. Años atrás había visto a ese grupo y había flipado. 

Con toda nuestra ilusión, y con el gasto extra que supone la gasolina y el hotel, nos pusimos rumbo a Madrid el pasado sábado. La verdad es que no me había informado sobre el festival: no había visto planos, ni horarios con la duración de los conciertos o número de asistentes, pero como mis referencias festivaleras siempre son positivas, ni tan siquiera me había planteado estos detalles.

Cuando llegamos al recinto de la Complutense, bastante temprano, empecé a sospechar que tanta gente en la puerta haciendo botellón podía no caber en el festival. Entonces, finalmente vi los escenarios, que estaban literalmente juntos, de manera que compartían campo de sonido y campo para los espectadores. Claro, así, el concierto de Love of Lesbian, uno de los grupos que quería ver, estaba condenado a durar tan sólo una hora, lo mismo que el resto de conciertos a excepción de Franz Ferdinand, que duraría una hora y media.

La actuación de Love of Lesbian, al ser de día y cuya crítica dejo a los profesionales que estaban en el vip y podían concentrarse en aspectos musicales, transcurrió con la normalidad de cualquier concierto de ese grupo. Pero al caer la noche y empezar a llegar el mogollón me di cuenta de lo nefasta que era la organización del DCODE. Tuve que hacer cola para el baño durante 40 min, es decir, el concierto de Foals practicamente entero. Así, claro, las ganas de beber cualquier cerveza se disiparon y tuve que aguantar el resto del tiempo con una cocacola, pero lo cierto es que tenía sed.  además de las colas para el baño, habría que hablar de las colas para poder pillar comida, que por otra parte las opciones para los vegetarianos se reducían bolsas de gusanitos por el módico precio de 2,50€.

A medida que pasaba el tiempo, la basura empezaba a crecer desde el fondo del recinto, y para acercarse a por algo de bebida había que sortear cajas de pizza, pegajosos restos de comida y gente tirada por el suelo por aquí y por allá, porque sólo había contados y escondidos asientos donde la gente pudiera sentarse a comer. Así, no había espacio ni para comer ni para realizar un poco de retiro espiritual, ya que todo el campo estaba dedicado a los tres escenarios y pasear por allí era garantía de tener que sufrir choques con la gente. Porque esa es otra cuestión, por supuesto que habría gente normal y educada pero también había mucha juventud exaltada, drogada y/o simplemente asquerosa que parecía que disfrutaba colisionando con el resto de asistentes. Con este panorama yo ya me puse de mal rollo y el concierto de Vampire Weekend se convirtió en un trámite que tenía que pasar para que llegara el momento Franz Ferdinand interrumpido, además, por el sonido procedente del tercer escenario, ya que con la oreja derecha escuchaba a Toundra y con la izquierda a los Vampire. No obstante, tuve que tragarme el concierto de Amaral, que no es precisamente santo de mi devoción, pero allí estabas obligado a escuchar lo que te gustaba y lo que no. Por supuesto, no se podía abandonar el recinto y tampoco te daban la preciada pulserita para coleccionistas.

Para acabar, el concierto de Franz Ferdinand estuvo lleno de melocotonazos que podía haber disfrutado más, pero para esa hora mis chakras estaban totalmente dispersos y desalineados y  yo ya sólo pensaba en salir de allí. Por supuesto, no me planteo volver a ese festival. Contra todo pronóstico y después de lo que acabo de relatar, puedo decir que la del sábado fue una "noche eterna".

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